HISTORIA

Las primeras evidencias de poblamiento estable en el tramo del río Escuriza donde hoy se localiza el núcleo de Crivillén corresponde a los yacimientos de San Ramón en el sur y el Moncoscol en la confluencia de los ríos Escuriza y Estercuel, ya en el término del municipio de mismo nombre. Dos pequeños enclaves en los que predominan materiales de época íbera, y desde los que se domina todo el valle.

Sin embargo, serán los romanos quienes dejen una huella más profunda y duradera, pese a no conservar ningún resto documental, arquitectónico o arqueológico de su presencia. Su legado es el nombre de Crivillén, un topoantropónimo indicativo del nombre de un propietario que ha dejado su huella en la denominación del lugar. Fue recogido ya por Menéndez Pidal, y los profesores G. Fatás y F. Marco lo incluyen en el mapa de la distribución de fundus de origen romano en Aragón.

La pervivencia del topónimo en la dominación islámica nos lleva a pensar que la propiedad continuó en explotación en época visigótica, aunque no exista constancia material o arqueológica de ello. Esta inexistencia de núcleos urbanos o semiurbanos en el periodo islámico es síntoma de la debilidad del poblamiento musulmásn de este territorio.

Su conquista por los reyes de Aragón y, sobre todo, el establecimiento de población cristiana señala el inicio de la historia documentada de Crivillén, originándose en este periodo el asentamiento urbano que conocemos hoy en día.

Se anota la repoblación crisitiana de Crivillén en 1575 otorgada por Ramón Berenguer IV, en ella el reparto de las tierras a los primeros poblaciones será condicional, reservándose la Corona el derecho de retracto. El enclave, perteneciente al término de Alcañiz, será de realengo, hasta que Alfonso II en 1179 constituya la Encomienda Mayor de Alcañiz y la entregue a la Orden de Calatrava. A partir de ese momento y durante más de 600 años el Comendador Mayor de Alcañiz ejercerá el poder político y la jurisdicción criminal y civil sobre sus habitantes, elegirá a las personas para ocupar el cargo de justicia, controlará la elección mediante insaculación del resto de oficiales y ostentará la propiedad de los bienes comunales, aunque los administrará el concejo.

Aldea de Alcañiz, Orden Militar de Calatrava, es la coletilla que acompañará a Crivillén en todos los documentos civiles, económicos y judiciales en los que aparezca su nombre.

Pero este dominio no fue siempre pacífico, el reforzamiento del poder municipal en los siglos XV y XVI, fruto del florecimiento económico y demográfico que se estaba produciendo, originó continuos enfrentamientos entre la Orden y el Concejo. En 1438 Alfonso V decidió incorporar todos los pueblos de la Encomineda a la Corona, aunque a la postre tuvo que ceder a los derechos de la Orden, que recobró todos sus bienes; a finales del siglo XVI la construcción de las casas comunes en Crivillén, es también un símbolo del fortalecimiento municipal y de su creciente independencia frente a los Calatravos; y por último según consta

 

en el archivo de Simancas, en 1785 Carlos III de nuevo considera a Crivillén como tierra de realengo a efectos fiscales, devolviéndolo ese mismo año al Consejo de Ordenes Militares. Estos hecho son ilustrativos de los continuos intentos del municipio por sustraerse al control político y jurídico de sus señores temporales, subordinación que cesó por decreto de la Cortes Constituyentes de Cádiz en 1812, aunque en 1814 las autoridades fueron restablecidas como estaban antes de la llegada de los franceses, y definitivamente con la elección en 1834 del primer ayuntamiento por parte de los vecinos y con la desaparición en 1835 de la Encomienda de Alcañiz por decreto de la Reina Regente M.ª Cristina, refrendado por el ministro Mendizabal. A partir de entonces perteneció a los partidos judiciales de Aliaga, Montalbán y Teruel, bajo la autoridad política del gobierno de Madrid y sus representantes en la provincia: jefes políticos o gobernadores.