Los Mases de Crivillén

Los Mases de Crivillen

Los Mases de Crivillén en principio eran sólo dos casas: La Casa Baja, ya desaparecida, que estaba en el Barrio Bajo y la Casa Alta, en el Barrio Medio.

Los Mases de Crivillen

Los Mases de Crivillen

Pocas noticias históricas tenemos acerca de Los Mases de Crivillén. La más antigua nos la da a conocer Daniel Gracia Armisén de forma indirecta en su libro Alloza en la Edad Moderna al hablar de un incidente con un familiar de la inquisición de Alloza “… en el lugar de Crivillén, partida de Los Mases”. No nos aclara si ya había población estable en Los Mases, pero sí nos da los nombres de dos propietarios de masadas. Todo esto sucedía en el año 1629. Otra mención aparece en 1798 cuando Ignacio de Asso, en su Historia de la Economía Política de Aragón dice: “En el término de Crivillén se beneficia la famosa mina de manganesa, … es la única de su especie que se conoce en España” y era usada en la fábrica de cristales de San Ildefonso. Desde principios del siglo XVIII, encontramos referencias a documentos sobre vecinos o lugar de Los Mases y su relación con el cercano Convento del Olivar, que Fray Joaquín Millán Rubio recoge en su libro acerca del Monasterio. Pero la primera referencia a Los Mases como núcleo habitado permanentemente lo observamos en un registro de confesados y comulgados del pueblo de Crivillén de 1747, donde aparecen los nombres de 55 personas en edad suficiente para poder recibir los mencionados sacramentos, habitantes de 16 casas denominadas “las masadas de Crivillén”.

Siempre dependió de Crivillén. En el censo de edificios realizado en 1920, Los Mases estaban compuestos por 108 edificios: 31 casas, 29 corrales, 21 pajares, 19 bodegas y 3 cuartos o cuadras, además de la ermita (la escuela no estaba construida todavía) y 4 hornos. Las viviendas se distribuían, y así nos los encontramos actualmente, en cinco agrupaciones de casas o masadas a lo largo de más o menos un kilómetro, con edificios auxiliares anejos a las viviendas o dispersos por los alrededores. Una de éstas agrupaciones deja de estar habitada ya a principios del siglo XX, el resto recibía el nombre de su posición: Barrio Alto, el más pequeño; Barrio de la Iglesia, el más importante, donde estaba la ermita y la escuela; el Barrio Medio y el Barrio Bajo.

El río, aunque de escasa entidad pero con curso permanente de agua, es sin duda el causante de la existencia de Los Mases. Permitía el riego de la zona, creando una huerta con una intrincada red de balsas y acequias, de la que la más importante era la del “lau de las casas”, que recorre de sur a norte el valle proveyendo de agua a las casas que se situaban inmediatamente encima de ella.

Como nota curiosa, los cuatro barrios mencionados disponían todos ellos de un horno comunitario para la realización del tan necesario pan. Actualmente sólo queda el del Barrio Medio, que se encuentra en un buen estado y permite, incluso, su utilización. Los otros, desgraciadamente, han desaparecido. Igualmente ha desaparecido gran número de viviendas hasta quedar actualmente once habitables y otras tres no usadas, pero en pie. El resto de viviendas, la gran mayoría de corrales y otras edificaciones han sucumbido al abandono y se encuentran en estado ruinoso.

Los Mases de Crivillen

Los Mases de Crivillen. Ermita de San Juan

El edificio más importante de Los Mases es, sin duda, la Ermita de San Juan, situada en el barrio de la Iglesia. Fue construida en el año 1798 según consta en el Libro de la Cofradía de San Juan, única cofradía religiosa de Los Mases. Las viejas historias decían que para su construcción se taló el pinar situado encima de la ermita, en “la rocha del Rincón”. Es una iglesia de construcción rústica, aunque algún detalle apunta al gusto neoclásico de la época, realizada en mampostería, de una sola nave y testero plano, al interior con bóveda de cañón con lunetos y con portada en arco de medio punto. Presenta en la fachada dos plaquetas de cerámica que identifican el edificio y el conjunto del barrio, colocadas seguramente en el siglo XIX cuando se constituyeron los Ayuntamientos tal y como los conocemos hoy. Otro edificio público fue la escuela, construida en los años 20 del pasado siglo por los propios vecinos de Los Mases y que contaba con vivienda para el maestro.

Se mantuvo en activo hasta el año1963, como presagio de un fin ya cercano.

Frente a la iglesia y escuela, la Plaza, de pequeña dimensión. Aprovechando la fachada trasera de la ermita, el frontón para el juego de pelota. En estos dos espacios se realizaban las fiestas del Barrio: la de San Juan, para honrar al patrón en su día, 24 de junio, y la fiesta del Roscón para la Virgen de Septiembre. La actividad del barrio siempre fue la tradicional agricultura de secano con el apoyo de la pequeña huerta y la ganadería. En otros tiempos, la seda fue un producto al que se dedicó gran parte de la población quedando como restos dispersos moreras en diversos puntos de la huerta. Posteriormente el azafrán fue también muy cultivado y, sobre todo la vid, dando cuenta de ello las numerosas bodegas construidas. Aparte de las labores tradicionales, prácticamente la totalidad de los vecinos de Los Mases participaron desde 1881 en las labores de construcción del Pantano de Escuriza, del Congosto o de Hijar, situado en sus cercanías, río abajo, inmediatamente después de donde el río de Los mases se junta con el Escuriza, ya unido al río de Estercuel. Posteriormente, por los años 20, se emplearon varias familias en los trabajos de sangrado de pinos o conduciendo las largas “reatas” de burros en la Codoñera para obtención de resina, o “serrina” que decían aquí, como materia prima para la fábrica ahora desmantelada y de la que sólo sobresale la majestuosa chimenea de la espesura del pinar. Una pequeña parte de vecinos se dedicó a la minería del manganeso, mineral pesado y de color negro azulado que aflora en este valle en vetas muy finas, casi lineales. Las escombreras y bocaminas realizadas en los alrededores del barrio denotan una larga explotación.
Realmente, la población de Los Mases fue siempre pequeña, siempre por debajo del centenar de personas. El auge de las minas con la explotación de la Garnier, a finales de los 50 y principios de los 60, supuso quizá el mejor momento de poblamiento de toda su historia, que incluso atrajo trabajadores y familias de otros lugares. El intento de implantación de maquinaria para la extracción del mineral y el poco rendimiento obtenido supuso el cierre paulatino de las minas y la despoblación total del barrio en muy poco tiempo, quedando en1968 totalmente desierto.

No todos los que se marcharon olvidaron sus raíces; de hecho, las casas ahora habitables fueron conservadas por sus propietarios, que volvían desde Barcelona o Zaragoza siempre que podían, hasta que la jubilación permitió a Pedro y a Joaquín con sus esposas el vivir más o menos permanentemente de nuevo en Los Mases. Durante unos años la vida volvió a este rincón perdido, pero su reciente fallecimiento ha hecho retornar de nuevo la situación anterior.

Como anécdota curiosa hay que mencionar que para la construcción de la escuela se picaron dos rollos de piedra conglomerada propia de la zona para “rollar” el yeso que se traía del “Río Mollón”, cerca del pantano. En una visita a Los Mases del insigne escultor de Crivillén, Pablo Serrano, uno de estos rollos le llamó la atención tanto que pidió a sus acompañantes que lo levantaran y lo colocaran “en un lugar elevado y digno”. Éste fue su particular gesto de reconocimiento y dignificación hacia un objeto abandonado y en desuso, que dio un servicio a los hombres.

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